Caleta La Arena, sur de Chile. Homenaje a Margarita…

Caleta La Arena, sur de Chile. Homenaje a Margarita…

Partieron mi padre y mi gran amor, definitivamente y casi al mismo tiempo. Mi padre a su cielo merecido, mi gran amor hacia la libertad.

Quien diga que el dolor fortalece será una persona de las pocas admirables. No poseo tal magnificencia y ningún mérito para tolerar la pena. Lo dijo Cervantes en El Quijote: “las tristezas no se hicieron para las bestias, sino para los hombres, pero si los hombres las sienten demasiado, se vuelven bestias”
Llegué así al sur de Chile, dolorida y oscura.

Caleta La Arena es un rincón íntimo, tranquilo y pequeño, a pocos kilómetros de Puerto Montt. Aquí comienza a desmembrarse Chile, en islas e islotes, penínsulas, archipiélagos, poblados –la mayoría– de familias locales. Van y vienen en un transbordador, a veces repleto de turistas y curiosos que toman fotos, se asombran y conversan con algún pariente atento cargado de provisiones o trayendo de regreso el cariño de los suyos.

A metros de este mar azul, sobre la punta final del primer tramo de la Carretera Austral de Chile, hallé a Margarita en el patio de su casa, pisando papas con sus puños cerrados, a cielo abierto, patio que daba a la calle. Treinta y cinco kilos de papas cocidas, molidas a mano con fuerza descomunal. –Pase, me dijo, mostrando sus dientes blancos y una risa ancha que parecía de siempre, natural como un hábito básico, como quien duerme o come, ella reía. Entré emocionada por el nuevo afecto y por su risa entera, que medía una bendición.

Me enseñó su trabajo, su receta del milcao que vende cada día, la herramienta hechiza que su buen marido tuvo a bien hacerle para rallar la parte de papas cruda que se mezcla con la cocida, chicharrón y manteca, más mano y más fuerza y a la olla de hierro, a freír por tandas, hasta que haya un cliente dispuesto o masa lista para seguir cocinando.

Visítela. Compre un milcao. Que no le daré la receta para no adelantarme. Vaya al sur de Chile. Vaya a Puerto Varas y vea mis volcanes, el Lago Llanquihue, Chiloé y Puerto Montt, llegue hasta La Arena, pase a ver a mi amiga cocinando sin descanso, sin cansancio, para usted. Llévele mis saludos, y agradezca el abrazo preciso que me dio de regalo al despedirme. Intenso. Un cariño de Dios. Un milagro de mediodía.

Margarita de Caleta La Arena, estuario del Reloncaví, sur de Chile: GRACIAS!

Marisa Bergamasco
(Aficionada a la escritura, al buen cocinar y al buen comer y a los buenos y grandes cariños, de profesión agente de viajes, soñadora de vocación, por siempre…)

Italia es una madre…

Italia es una madre…

_T8O6983Italia es una patria, una madre, un cobijo para mí, y una razón para volver siempre, desde que estuve por primera vez hace pocos años atrás. Con gran desorden regresé de mi viaje sonriendo desde el estómago, feliz y despreocupada, tan pero tan feliz que yo, con poca costumbre -por naturaleza y carácter y otros etcéteras que vinieron luego- a cualquier ostentación del júbilo, llegué hablando casi profesionalmente de la real alegría, incomprendida por todos, imagínese usted. Qué importa.

Viajes como chiles robustos que nos invaden apenas morderlos. Y dígame entonces, quién nos saca su presencia de la boca y de la sangre? Quién puede enjuagarse un viaje de la piel como si tal cosa? Viajes que nos dejan parados en una realidad más bella y muy difícil, pues su carga atroz de energía nos embarca en veintiún proyectos nuevos que harto trabajo requerirán de nosotros; viajes que nos dejan perdidos en un aire enamorado de recién; o nos encuentran enlazando el futuro, un plan tras el otro, sin objeciones. Todavía nos son posibles los sueños?, me digo mientras sueño con el próximo viaje…

mayo-18-cortona-walking-tour-014Viajes que nos hacen de amigos para siempre. Encontré algunos. Bendición. Tesoros como reliquias para conservar con todos sus cuidados.

dsc01475Viajes en los que habría que invertir hasta el honor que nos llevamos, el de uno y el de quien nos acompaña, si conseguimos con los dos alargar la estadía.

Viajes que debieran ser obligatorios. Viajes que nos cambian, que nos atemorizan. Viajes que nos exigen ser mejores, doblemente generosos, más precisos de ropas, más livianos de angustias.

dsc035911Incomprendida por muchos, sigo acá feliz, contando, hilarante, lo inexplicablemente bello de estos viajes a Italia, complacida en la abundancia de tales recuerdos, y más aún pendiente del milagro de mañana…

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firenze-mercado-comprando-higosMarisa Bergamasco
(Aficionada a la escritura, al buen cocinar y al buen comer y a los buenos y grandes cariños, de profesión agente de viajes, soñadora de vocación, por siempre…)