Letras | Cocina

El limoncello es un licor italiano? O una pócima para abrir sonrisas?
Sea pócima o licor radiante, el limoncello enamoró al mundo descascarando los limones de Italia. Originalmente los limones grandes y olorosos de la costa de Amalfi, de la ciudad de Sorrento y la península sorrentina. Sin embargo, en la actualidad, es posible hallarlo en todo el país y se lo produce con igual destreza en cualquier zona en donde abunden los cítricos.
Quizá pertenezcan al Lago de Garda los limones magníficos y olorosos del limoncello que me sedujo. Hasta el momento era un licor amigo para mí, aunque visto de lejos, tal vez porque faltó un destino que lo sirviera -en otra ocasión- apetecible como en la barra hermosa del restaurant de Angelo y su familia, en Roccafranca, provincia de Brescia, región de la Lombardía, durante mi último viaje a Italia.
Copita tan fría! Quemaba en las manos y bendecía en la boca. Pasó decidido del freezer al alma y fue enamorarse al punto. Punto.
La receta es un secreto, no me atreví a insistir en traerla conmigo. Les dejo el cariño que sobra en este intento de intuición, error y ensayo.
Humildemente, mi receta. Pruébela y cuénteme!
Limoncello
Ingredientes:
cáscara de 5-6 limones
750 ml de vodka
1 litro de agua
500 grs de azúcar

Preparación:
Quitar la cáscara de los limones con un cuchillo de chef ojalá bien afilado, tratando de extraer sólo la parte amarilla de la piel. Colocar las cáscaras en un recipiente que tenga tapa hermética y verter sobre ellas el vodka. Tapar bien y dejar macerar durante 3-4 días.
Preparar un almíbar suelto con el agua y el azúcar. Dejar enfriar y mezclar con el vodka y las cáscaras de limón. Colar y guardar en una botella de vidrio en heladera. Aquello que vaya a consumir llévelo al freezer, en una botella más pequeña, para servirlo idealmente muy frío, al igual que las copitas que deben estar lo más heladas posible!
Frío, muy frío… sólo hasta que toca la lengua…
Marisa Bergamasco
(Aficionada a la escritura, al buen cocinar y al buen comer y a los buenos y grandes cariños, de profesión agente de viajes, soñadora de vocación, por siempre…)






Desde aquel líquido picante y bastante amargo que preparaban los aztecas, o el posterior chocolate dulce que difundieron los españoles en Europa, al chocolate que hallamos hoy en casi cualquier rincón del Universo, han pasado años, más de miles, un gran número de civilizaciones y culturas, ha cambiado el clima, la economía, los gustos y, pese a todo, el chocolate, en sus múltiples versiones, sigue vivo. Y muy vivo!


Comprensible? No podía ser de otro modo. El cacao es un fruto y, como tal, contiene los mismos nutrientes sanos de otros alimentos vegetales, entre ellos minerales y antioxidantes pero, también, un número elocuente de compuestos químicos orgánicos, un conjunto de neurotransmisores que actúan como antidepresivos, reduciendo el dolor y el estrés y generando un estado de bienestar emocional.
Creo, sin embargo, que la razón decisiva por la que muchos de nosotros comemos chocolate es por su exquisito sabor, es un alimento rico, que nos provoca, al derretirse, una sensación cercana al gozo inmenso, y que estimula todos los centros del apetito y del placer del cerebro.
Hoy, una versión con especias y un tono cítrico de mandarina. Endulzado con 






Mezclar bien y llevar a fuego medio revolviendo para que no se peguen el azúcar o la maicena en el fondo del jarro.
Cocinar hasta que comienza a espesar, evitando que hierva para no alterar el sabor de la preparación.
Retirar del fuego, quitar la cáscara de las mandarinas y añadir el extracto de vainilla. Mezclar.
Marisa Bergamasco

Hoy le damos entrada a un ingrediente desacostumbrado para quienes vivimos a unos cuántos kilómetros de su hábitat y zona de origen: la flor del hibiscus o, para ser exactos, el hibiscus sabdariffa. Suena raro, cierto? Desentrañemos un poco su nombre. Y digo un poco porque la flor me llegó como obsequio de las manos de alguien que sí sabe y que trabaja con ella desde hace mucho. Gracias 
Hibiscus sabdariffa es una espléndida planta originaria de África Tropical. Se cultiva con éxito en México, América Central, el extremo noreste de Argentina y sudeste asiático. Quizá usted la conozca por sus nombres más comunes, tales Rosa de Jamaica, Rosa de Abisinia, Flor de Jamaica o Rosella, como se la llama en algunos países. Tiene flores de color amarillo con un centro de color rojo, flores que se abren a la mañana y se cierran por la noche.

Hoy opté por un trago simple y atractivo, preparado con ron, naranja, jengibre y un almíbar de hibiscus. Si usted no encuentra hibiscus en el mercado, reemplace este almíbar por el de alguna fruta roja.
Para el ponche de Hibiscus y ron, con naranja y jengibre:








Luego los cubos de hielo y el almíbar de hibiscus.


Marisa Bergamasco


