Firenze: a Elisa

Firenze: a Elisa

dsc081041Scritto il 18 novembre 2013 

Intanto –da poche ore– la mamma della mia amica ha deciso di andarsene a scoprire la libertà in qualche altro mondo, oppure la pace (chissà cosa avrà  trovato di bello!); io sono a Firenze, imprigionata dal miracolo costante delle sue infinite meraviglie.

Seduta di fronte al Duomo, mi sento invasa dalla bellezza irresistibile di ogni angolo, punto e contrappunto, colore, effetto… creati per ringraziare Dio per il magnifico dono dell’arte, la gioia pura di plasmare il proprio talento e l’impronta in un’opera eterna. E piango. Per lei che non ha voluto vederlo. Per me che non uscirò mai da questo incanto.

dsc080781Cammino con la paura di avanzare e spingere il tempo a correre veloce. Devo tornare indietro subito per ricominciare la giornata dalla mattina. Ripetere i passi, il pianto, la dismisura, le chiacchiere al mercato e la spesa, e la sorpresa di non sorprendermi attraversando la città con le braccia cariche di frutta e verdura come se fossi una delle tante cittadine fiorentine, non importa quale, ma comunque una che rimarrà, che non ripartirà.

dsc080631dsc080611dsc080701Del mercato ho presso la festa agitata e, parlando con delle persone che ci lavorano tutti i giorni ho condiviso la loro stanchezza del corpo, lo svegliarsi prima dell’alba, il rigore del lavoro, e anche la loro certezza di sapersi nel posto giusto, di non avere nè volere un’altro destino.

dsc080641dsc080731A Elisa, che merita il meglio del mondo, ho voluto offrire tutto questo per ringraziarla e celebrarla. Dia anche Lei un’occhiata a Firenze, Eli, la prego, perché dall’alto forse si fa volere più bene di quanto gliene voglio io  attraversandola. Le dia un’occhiata e si goda il tutto, che non è mai troppo tardi per fare una passeggiata al Duomo, al mercato, al fiume. Non è mai tardi, Elisa, perché Firenze aspetta. Aspetta sempre, per abbracciarci e coccolarci, per viziarci e non lasciarci andare via. Si permetta questa gioia.

dsc080771dsc081121Anch’io le voglio bene, Eli, e le ne ho voluto molto… Mi mancherà, ci mancherà, e mancherà anche a Firenze se non la visita adesso, dopo che io le ho raccontato tante belle cose di lei.

Ciao Eli, ci rivedremo un giorno e mi racconterà l’esperienza. Chissà che io non possa tornarci presto, e, camminando di sera con ancora il freddo che allontana il rumore dei milioni di turisti, possa saperlo direttamente da qualsiasi dei suoi muri, avvicinandovi l’orecchio e il cuore. Ci sarò attenta. Camminerò sfiorandoli.

dsc080861Ciao Eli, mi stia bene!

mamyMarisa Bergamasco

(Affezionata alla scrittura, alla buona cucina, al mangiare bene e ai buoni e grandi affetti, agente di viaggi di professione, sognatrice di vocazione, per sempre…)

La pausa caffè

La pausa caffè

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Letras | Cocina

Con esta locución, pausa caffè, se hace referencia en Italia a los intervalos durante el horario de trabajo que, desde el año 2003, constituye un derecho establecido por ley en defensa de la salud de los trabajadores.
Un estudio danés rescata esta pausa mostrando sus beneficios desde el punto de vista de la productividad y de la socialización. El estudio publicado por los investigadores de la Universidad de Copenaghen ilustra el poder terapéutico del coffee break, considerado frecuentemente como una ocasión para perder el tiempo y trabajar menos. Los resultados han demostrado un aumento real de la productividad con no pocas ventajas para las empresas. Las pausas en el trabajo, por su importancia y valor social y por el potencial monetario para las organizaciones, deberían ser tratadas como prácticas comunes que permitan a la comunidad desarrollarse. Se ha comprobado además su efecto benéfico sobre la salud, visto que fisiológicamente una pausa cada 90 minutos o máximo 120, restituye la atención disminuida y por ende la capacidad de rendimiento. Trabajadores menos estresados y más productivos, dispuestos a retomar las tareas con más energía y concentración.

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Sin embargo, la gestión de estas pausas por parte de los empleadores, no es asunto fácil. La ley adolece aún de espacios poco claros y el argumento continúa siendo controversial y de difícil reglamentación. Aquí, como en otras situaciones intrincadas, aquello que debería prevalecer para hallar una salida digna serán el sentido común, la sensatez y la moderación, tanto de parte de los empleadores como de los empleados.

En Florencia, desde hace dos años, la pausa caffè se ha convertido en un festival dedicado a la cultura de esta bebida por sus propiedades estimulantes, los infinitos matices de su sabor y su poder socializador. El Pausa Caffè Festival.

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Por ahora, no hemos evolucionado lo suficiente para comprender el real alcance de una pausa en el trabajo. No lo comprende el empleador que desconfía de ella, no lo comprende el empleado que no la exige y no lo comprende el trabajador autónomo que no la contempla.
Mi dentista lo entendió hace unos pocos meses, obligado por circunstancias desfavorables de salud que lo forzaron a abandonar, sin previo aviso, el ritmo imprudente al que había acostumbrado su trabajo. Es un profesional de colección, y su óptimo prestigio le ha servido para atender un elenco cada vez más numeroso de pacientes, algunos que provienen del mundo del espectáculo, otros del exterior, todos sus aficionados y casi devotos.

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Lo conocí años atrás, y en tanto me convertía yo también en su devota, su hijo crecía, estudiaba odontología e instalaba su propio consultorio. Desde entonces dejo mis quejas en el sillón de Marcelo Jr., tan condescendiente y tolerante, tan respetuoso del dolor ajeno que a veces me avergüenza reclamarle tonteras, pues no más allá de eso he sentido alguna vez. Y a cada rato, por cualquiera de estas tonteras, pide perdón. Usted puede creerlo?

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Marcelo Jr. es deportista, come y vive sano, y aprendió muy pronto el concepto de la pausa. Su padre que, bendita sea, está más recuperado, trabajaba de 9 a 9, sin pausas y sin almuerzo, porque era necesario, decía. Desde que su corazón le enviara esta señal de atención, pasa menos horas en el consultorio, almuerza en su casa y atiende a menos pacientes. Su hijo me dijo durante la última consulta: –todo sigue igual…
Y por qué habría de ser de otra manera? Nos creemos irreemplazables, nos sobrecargamos de deberes, nos asustamos si la aparente estabilidad de nuestra economía peligra, pero no nos detenemos hasta que la salud nos golpea violentamente en la cara con un aviso de los ineludibles. Y cuando eso ocurre, cambiamos nosotros. El resto del mundo al que pertenecemos, como bien dijo Marcelo Jr., seguirá igual.

Quise preparar un bocado delicioso y sano para regalar a los dos Marcelos. Para que lo saboreen en sus pausas y para que ojalá las sigan considerando.

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Pausa de chocolate y dátiles

Ingredientes:
Para la base:
150 grs de cacao amargo
320 grs de azúcar orgánico
200 ml de agua hirviendo (o c/n)
150 ml aceite de oliva extra virgen
6 huevos

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Para la cubierta:
300 grs de dátiles
jugo exprimido de dos naranjas
30 grs de almendras picadas groseramente
ó
30 grs de almendras fileteadas
escamas de chocolate

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Preparación:
Forrar un molde redondo de 23 cm de diámetro con papel manteca y rociar con rocío vegetal. Llevar a heladera hasta el momento de utilizarlo.
Precalentar el horno a 180º.
Mezclar el cacao con el azúcar, agregar el agua hirviendo y revolver hasta que se disuelvan (la cantidad de agua puede variar). Incorporar el aceite de oliva y luego las yemas, una a la vez.

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En otro bowl batir las claras a nieve y unirlas a la preparación del chocolate en tres tandas, con movimientos envolventes.

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Verter en el molde y hornear durante 45-50 minutos.

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Al retirarla del horno, la parte de arriba tenderá a derrumbarse. Está bien que esto ocurra, y así tendremos más espacio para extender nuestra cubierta de dátiles y naranja.

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Dejar enfriar. Colocar la cubierta y terminar con las almendras y las escamas de chocolate.

Para preparar la cubierta dejar en remojo los dátiles por un par de horas en el jugo de naranja, escurrir, descarozar, picar finamente y procesar unos segundos agregando el jugo de naranja del remojo hasta formar una crema densa. Colocar sobre la torta emparejando con una espátula.

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Marisa Bergamasco
(Aficionada a la escritura, al buen cocinar y al buen comer y a los buenos y grandes cariños, de profesión agente de viajes, soñadora de vocación, por siempre…)

Italia es una madre…

Italia es una madre…

_T8O6983Italia es una patria, una madre, un cobijo para mí, y una razón para volver siempre, desde que estuve por primera vez hace pocos años atrás. Con gran desorden regresé de mi viaje sonriendo desde el estómago, feliz y despreocupada, tan pero tan feliz que yo, con poca costumbre -por naturaleza y carácter y otros etcéteras que vinieron luego- a cualquier ostentación del júbilo, llegué hablando casi profesionalmente de la real alegría, incomprendida por todos, imagínese usted. Qué importa.

Viajes como chiles robustos que nos invaden apenas morderlos. Y dígame entonces, quién nos saca su presencia de la boca y de la sangre? Quién puede enjuagarse un viaje de la piel como si tal cosa? Viajes que nos dejan parados en una realidad más bella y muy difícil, pues su carga atroz de energía nos embarca en veintiún proyectos nuevos que harto trabajo requerirán de nosotros; viajes que nos dejan perdidos en un aire enamorado de recién; o nos encuentran enlazando el futuro, un plan tras el otro, sin objeciones. Todavía nos son posibles los sueños?, me digo mientras sueño con el próximo viaje…

mayo-18-cortona-walking-tour-014Viajes que nos hacen de amigos para siempre. Encontré algunos. Bendición. Tesoros como reliquias para conservar con todos sus cuidados.

dsc01475Viajes en los que habría que invertir hasta el honor que nos llevamos, el de uno y el de quien nos acompaña, si conseguimos con los dos alargar la estadía.

Viajes que debieran ser obligatorios. Viajes que nos cambian, que nos atemorizan. Viajes que nos exigen ser mejores, doblemente generosos, más precisos de ropas, más livianos de angustias.

dsc035911Incomprendida por muchos, sigo acá feliz, contando, hilarante, lo inexplicablemente bello de estos viajes a Italia, complacida en la abundancia de tales recuerdos, y más aún pendiente del milagro de mañana…

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firenze-mercado-comprando-higosMarisa Bergamasco
(Aficionada a la escritura, al buen cocinar y al buen comer y a los buenos y grandes cariños, de profesión agente de viajes, soñadora de vocación, por siempre…)